¡Oh, capitán!, ¡mi capitán!, levántate y escucha las campanas, levántate, por ti se ha izado la bandera, por ti vibra el clarín, para ti ramilletes y guirnaldas con cintas, para ti multitudes en las playas... (Walt Whitman)

sábado, 3 de septiembre de 2016

Reseña bibliográfica

Reseña de “Genealogía de la Literatura. De los orígenes de la Literatura, construcción histórica y categorial, y destrucción posmoderna de los materiales literarios”. Jesús G. Maestro. Editorial Academia del Hispanismo. 2012


Genealogía es la obra más extensa de la producción académica de Jesús Maestro. Es una obra que cumple generosamente con la necesidad didáctica del autor, en definitiva, un libro para estudiosos con una didáctica concienzuda elaborada por un profesor que entrega una clase magistral. El libro presenta un recorrido histórico en el que da cuenta de la evolución que la Literatura ha experimentado, pero no es un libro de historia; mantiene presupuestos ontológicos y gnoseológicos, pero no es un libro de filosofía. Nos encontramos frente a la construcción de una Teoría de la Literatura desde los planteamientos filosóficos del recién fallecido Gustavo Bueno: el Materialismo Filosófico como Teoría de la Literatura, empresa ardua que requiere una extensa obra y una justificación perfectamente ajustada y de la que Maestro presenta su tercer volumen con sus intensas casi setecientas páginas.
Para Jesús G. Maestro la literatura queda finalmente seducida por el racionalismo crítico, tras haber pasado por diferentes etapas, que el autor denomina, siguiendo un proceso evolutivo: literatura primitiva o dogmática, literatura crítica o indicativa y literatura programática o imperativa y literatura sofisticada o reconstructivista. Desde parámetros que tienen en cuenta el tipo de conocimiento según sea racional o pre-racional y de modos de conocimiento, según sean acríticos o críticos, encuadra los diferentes estadios en los que ha habitado la literatura, desde la la magia, el mito y la religión de la literatura primitiva (el Antiguo Testamento puede ser un ejemplo), pasando por la ideología, la Teología y las pseudociencia de una literatura programática, el psicologismo de la literatura sofisticada y reconstructivista hasta, finalmente, la desmitificación, el racionalismo, la filosofía y la ciencia, de la literatura crítica.
El autor ejemplifica profusamente cada una de las fases evolutivas de la literatura a través del análisis de textos y autores representativos de cada fase. Así dentro de la literatura primitiva, además del texto citado, El Antiguo Testamento, Maestro coloca a Hesíodo con su Teogonía, obra que intenta describir la génesis del mundo, frente a la que destaca, en ese estado primigenio de la Genealogía, la alternativa profana, que Maestro sitúa como origen de la literatura: La Ilíada y La Odisea, donde la literatura se aleja de lo divino y sobrevive en un terreno antropológico.
Dentro de la literatura crítica o indicativa, encontramos el Fausto de Goethe, por ejemplo, con la presentación de un concepto de demonio, Mefistófeles, absolutamente racionalista y nihilista, o la mayor parte de la obra de Cervantes y tal vez, de forma especialmente notoria, sus Novelas Ejemplares.
La literatura programática o imperativa, sustituye el aspecto crítico de la literatura indicativa sin perder el aspecto racional: un racionalismo acrítico, un uso acrítico de la razón, que finalmente desemboca en discursos imperativos transformando la literatura en una literatura adjetiva. En el terreno teológico un ejemplo claro de literatura programática sería la obra de Berceo, todo el Mester de Clerecía realmente (no tanto por el tema cuanto por la intención, ya que la literatura mística de Juan de la Cruz o Teresa de Jesús son ejemplos de literatura sofisticada, de introspección, de autologismo psicológico, sin forma alguna de dialogismo programático) en el político Bertolt Brecht y en el estético la comedia nueva de Lope.
William Blake es presentado como ejemplo de literatura sofisticada o reconstructivista con su marcada nostalgia literaria por la mitología, con una literatura de fingido irracionalismo y con una impresionante carga de seducción poética, como ocurre también en autores como Juan Ramón Jiménez y su autologismo lírico
Como hemos dicho, en toda la obra se encuentra presente el Materialismo Filosófico de Bueno con particular incidencia en aspectos que para el autor son inexcusables como la preferencia ontológica frente a la epistemológica, que desde Kant florece en la deriva posmoderna, una de las tendencias más criticadas por el autor, a cuyos autores atribuye (Derrida, Foucault, etc.) la destrucción de La Teoría de la Literatura, transformada en un conjunto de sofisticas y relativismos que impiden una construcción científica de esta. Frente a esta epistemología que enfrenta sujeto y objeto, Maestro (y todo el materialismo filosófico) aboga por una ontología de conceptos conjugados como materia y forma. Desde esta ontología se presentan los materiales literarios: autor, obra, lector y transductor, configurando de esta manera el cierre categorial predicado por Gustavo Bueno. La aportación más destacable del autor es el concepto de transductor, sobre el que ha trabajado de forma profunda y novedosa en diferentes obras, una figura reciente y que asume una importancia definitiva como traductor para otros, al servicio de lobbies editoriales, instituciones, etc.
Finalmente, esta extensa obra termina con la crítica que el autor hace a la mencionada y paulatina destrucción de la Teoría Literaria desde los autores posmodernos introducidos ya en instituciones como la Universidad que pervierten y subyugan un interés de conocimiento que pudo ser universal, en un reino de taifas diseminado y de intereses partidista.

Alberto Piedrafita Gómez

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